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LOS FAMOSOS CASOS DE SAM PICHURRI
Y SU MAYORDOMO LECHUGO (capitulo 3) |
Después de descubrir al
culpable en el capítulo anterior me hice como muy famoso, era algo que llegaba a cansar,
la gente me traia a sus hijos para averiguar quien era el padre, el pescado para saber si
era fresco, una paella para ver si estaba al punto, total, que no daba a basto.
Lo que mas me molestaba era que la gente me
reconociera por la calle y me pidiera dinero para dar de comer a sus hijos que estaban
muertos de hambre y el padre en paro y que es mejor de pedir que de robar.
Tuve mucha suerte, por eso, que mi fiel y
díscolo mayordomo aceptó en disfrazarse de mujer con los pechos fuera y conseguí que
cuando íbamos juntos a pasear por el barrio no todo el mundo estuviera pendiente de mi.
Un dia creo que matamos un entierro,
Lechugo que iba correspondientemente disfrazado de pechugona, atrajo al coche cápita de
la columna y al ir a ponerse bien una media engañó de tal modo al conductor que cayó
inexorablemente por un acantilado de 7000 metros que por alli estaba y siguieron tras el
los 124 coches siguientes con lo que la tragedia fue muy grave.
No murieron todos, no se preocupen, uno
quedó parapléjico de ambas piernas y otro de todas.
Nosotros ayudamos como pudimos quitandonos de en medio con una rapidez increible para no
molestar a los equipos de ayuda.
En la precipitada huida perdí un mechero
bic con un anagrama donde rezaba "Come en el mesón triguero", se referia a un
lugar cómodo y apacible y con buen servicio, substraido muy habilmente por mi persona un
dia que fui a cenar de menú y me largué sin pagar con la típica escusa de que iba al
lavabo (nunca falla).
Me dio rencor perderlo, era un buen mechero, pero que le vamos a hacer, después de varias
copas en el bar O'Toxoverdinegro de la esquina conseguí olvidarme del tema.
El dia siguiente desperté de repente,
nervioso y sudoroso, gritando ¡Mi mechero!, segundos después logré sobreponerme a la
pesadilla y calzandome las zapatillas salí de la habitación en dirección opuesta a
ella.
En el comedor me estaba esperando
disciplinadamente mi fiel Lechugo con el periódico del dia y unos cornflaques con leche
que reposaban milimétricamente encima de la mesa predispuesta para tal fin con una
simetria que me llenó de gozo y casi me provocó un súbito lagrimeo en un ojo.
Después de engullir el frugal desayuno,
proferir un par de eruptos y expulsar 3 o 4 pedos, Lechugo se dispuso a abrir los amplios
ventanales del comedor, cosa que no consiguió, ya que no habia dado dos pasos que cayó
redondo tal cual era y partió de cuajo una maceta de hormigón armado, que reposaba
plácidamente en el suelo, con la cabeza. Tuve que
levantarme yo a abrir las ventanas para respirar el alegre aire fresco de la mañana al
tiempo que mi fiel mayordomo daba histéricas bocanadas como queriendo todo el aire para
el.
Me dispuse a socorrerle pero algo me llamó
inquietamente la atención. En el titular del periódico se leia bien claramente: "EL
PRÍNCIPE ES MARICÓN", fui rapidamente hacia el periódico y con aire displicente
tropecé un par de veces con Lechugo que en el suelo estaba, al conseguir desplegar
completamente el periódico arrugado pude comprobar que solo se trataba de una falsa y a
la vez graciosa alarma al poder leer perfectamente: "El PRÍNCIPE ES UN BUEN MARINERO
A BORDO DEL ZANCÓN".
Una vez pasado el susto ordené a Lechugo
que dejara de manchar el suelo con su propia sangre que aun manaba sin parar de una gran
brecha en la coronilla y que ya que no teniamos ningún caso del que preocuparnos se
dispusiera a limpiar el piso; cosa que hubiera hecho, por mis cojones, de no ser que sonó
el timbre de la puerta con gran fruición y tal vez si yo mismo no la hubiera abierto aun
estaria sonando.
Apareció ante mi una dama algo misteriosa
aunque también pudo tratarse de un alfil bien apañado, pero no, seguro que era una dama,
entró sigilosamente tropezando con Lechugo, que intentaba llegar a rastras a la puerta, y
fue a caer de bruces encima de mi persona, clavandome sus turjentes senos en el pecho;
ella se ruborizó en el acto y yo tuve que echar los restos para contenerme ya que hacia 2
dias que no habia tenido contacto alguno con una mujer y eso era ya demasiado, asi que
volví a subirme la bragueta.
Una vez comodamente sentados la señorita
Burricalva que asi se llamaba, contó cuan desgraciada era y el objeto de su pesar que yo
resumiré a continuación para no tener que contar cuando me la tiré y otras cosas que no
bienen a cuento.
La señorita Burricalva me relató como
habia descubierto a su marido en la cama con otra mujer y que al ir a esconderse ella para
no ser vista escuchó como el decia: "....tranquila cariño cuando nos deshagamos de
ella seremos felices y haremos lo que tu siempre has deseado, pídeme lo que quieras amor,
Oh cielo, solo quiero estar contigo".
Yo, que estaba totalmente de acuerdo con el
último comentario le pregunté:
¿Y que pasó después? ¿se descubrió?.
No, no me atreví, salí corriendo y no paré hasta que llegue a la puerta del piso, con
lo que tuve que pararme a abrir la puerta y seguir corriendo y entonces no paré hasta que
me canse tanto que tuve que pedir un taxi, pero nadie tenia, y entonces segui corriendo
hasta llegar aquí, no sabia donde acudir, estaba muy asustada.
Muy bien querida has acudido al sitio
adecuado, no temas, yo con la ayuda de mi buen y disciplinado mayordomo Lechugo te
ayudaremos.
La dejamos instalarse en una habitación
que teniamos para los invitados, que para tal fin siempre habiamos tenido dispuesta bien
limpia y ordenada pero muy a nuestro pesar no le gustó demasiado y tuvimos que pegarle
dos hostias bien dadas para que se metiera en el baul.
Al dia siguiente nos levantamos tarde, como
de costumbre, y decidimos que ya iba siendo hora que la señorita Burricalva nos diera un
anticipo, ¿que leches se habia creido esa tia?, nosotros que le cobramos hasta a mi madre
un dia para buscarle las gafas.
Así que como quien no quiere la cosa le
dije a Lechugo: Anda ve, coge los alicates y me la sacas ya del baul.
........Y se fue al mercado el muy antontado, no se que me dijo de que le gustaban mucho
los aguacates y salió de estampida. Total que no tuve mas remedio, si queria cobrar, que
ponerme yo mismo manos a la obra.
Al abrir el baul un gran pestazo inundó la
habitación, la tia se habia cagado y meado dentro la muy guarra, supongo que para
protestar, ¡será posible como te agradecen los favores!, le di dos cachetes para
espavilarla peró no reaccionaba y al rato me di cuenta de que ya hacia como media hora y
la tia no respiraba. ¿Será posible ?, ¡ pero si le dimos un alfiler para que se hiciera
unos repiraderos en el baul !, baul que por cierto era un recuerdo de mi abuelo y que
nunca pude conseguir sacarlo de esa habitación al ser de hierro colado.
Total que vaya papeleta, suerte que llamé
a un amigo forense, es conductor de un ford, y no tuvo reparos en dictaminar suicidio por
depresión, no sin antes repartirnos las 100000 pesetas que llevaba la susodicha en el
bolso, que de algo hay que vivir.
Fin de momento.
Sam Pichurri
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