|
LA RAMBA DE LA PLACITA |
Cansada de tanto padecer y
después de preguntarme que podía hacer para joder yo en vez de ser jodida, me compré un
cuchillo de monte, me puse un chaleco verde sobre mis pectorales, con camiseta pa que no
se viera nada y tambien me coloqué un cintajo en el pelo, que olía a fairy todavía pues
era lo de secar los platos, me la puse alrededor de la frente y me dirijí al mercado.
Allí en el mercado asalté la pescadería a golpe de machete, desmembré a varias marujas
en un santiamén por que estaban encantadas con el gran hermano y arrasé con un kilovatio
de ostras, que costaban un huevo y que yo jamás había podido comprar. Después maté al
pescadero y me fuí a la armería de al lado del mercao. Cargada con una metralleta que no
sabía usar me dirijí a la plaza donde jugaban los niños, a golpe de ametralladora
conquiste la placita para mi y me dispuse a dfenderme del mundo entero. Me gustó ver como
corría aquella vieja que estaba sentada en una silla de ruedas. Y como los pájaros se
cagaban sobre las cacas de los cobardes. La Ramba del mercado había nacido.
Dispuesta a defender la placita a toda
costa, me dispuse con todo mi arsenal de balas, metralletas, pistolas cuchillos y granadas
a no permitir que el enemigo me asaltara.
Pasaron muchas horas y por allí no
pasaba nadie. Me dormí un ratito y cuando desperté era el anochecer. Alguien había
tirado algunas monedas a mis pies creyendo que era una pobra. No había, como yo soñara,
ni coches de policia ni asesinos a sueldo escondidos detras de ningún árbol. En la
puerta de mi casa había un tipo sospechoso. Nadie temía a la Ramba del mercao. Suponian
que una gorda michelinesca, acabaría volviendo a su casa a tender la ropa. ¡Como me
conocían!. Así pues para que molestarse en buscarme.
Arrojé una granada algo aburrida, a uno
que pasaba con un perro pero le di sin querer al quiosco de periódicos. A las diez
escuche una voz aguda, un grito desgarrador que reconocí en el acto,
Maaaaaaamaaaaaaaaaaaaaaaaaaag. Era mi Maria Sharon que esperaba la cena. Y es que ni
respirar le dejan a una coño.
Madre y martir a la vez, dejé en un
árbol de la plaza todas mis armas, para que jugasen los niños al dia siguiente y me fuí
pa casa. El sospechoso del portal era mi marido, que se había dejado la llave en casa.
Todos cenamos ostras, que estaban tope mierda. Que vamos, que no es pa tanto lo que valen.
al día siguiente un periódico daba la noticia en la última página. Pescadero herido y
marujas agredidas por un desconocido gordo y enmascarado que se llevó un kilo de ostras.
O séa, que ni siquiera había acertado a cargármelos como toca. Y es que una, está
desentrenada. Me resignaré y acabaré mi vida amargada después de haber cambiado mi
vocación de asesina múltiple y mercenaria por atender cual chacha a un marido de cuya
cara no me acuerdo muy bien pues nos miramos poco y a unos hijos que se que son hijos por
que entran y salen y piden comida y dinero. Sollozaré mientras limpio las sardinas, e
imaginaré que cada una de ellas es un vietnamita o algúna víctima indefensa por el
estilo. !que le vamos a hacer!.
¡¡¡Madrecitaaaaaa Maria del
Caaaaarmeeeeeen, lalalalaaaaaalalalalalaaaaaaaaa!!!
MARUJA BRAVA
....
Envianos tu experiencia y compartela con
nosotros
webmaster@solochistes.com |